“Dos años de búsqueda hemos necesitado para poder ofrecer al mercado esta croqueta”. Frase en el TicketDay de viernes del mismo Eduard Batlle, propietario de la empresa L’Ànec dels Pirineus. Yo que los conozco y sobre todo he conocido la croqueta puedo entender que alguien pueda invertir tanto esfuerzo en una croqueta.
Pero ahora haré otro esfuerzo: el de olvidar lo buena que llega ser la croqueta y que trae un 50% de foie y que, pese a esto, al freírla mantiene su morfología original y todas sus propiedades organolépticas y traeré el tema al mes estúpido de los reduccionismos. Estamos hablando de una croqueta y aquí está la maravilla que me hace pensar en cuál es la llave del éxito de los amigos de L’Ànec dels Pirineus.
Imagináis qué grado de compromiso, qué nivel de pasión hacen falta para pasar dos años de tu vida por llegar a pensar que un producto tan inventado, tan dejadlo decir maltratado por la industria como es la croqueta, puede llegar a ser con elaboración digamos industrial excelso.
Dejadme que vaya haciendo repaso: capacidad de trabajo, producto, compromiso, pasión. Una vez tenemos esto lo tenemos todo, es posible pero hay empresas que tienen un plus y es que generan complicidad. A ver, yo soy un vendedor de infraestructuras a Internet, conozco a en Jordi Àvila y Eduard Batlle de dos ratos y ya me veis convertido en prescriptor convencido de su empresa.
Si os digo “no sé cuál es su secreto” quedaría bien pero pecaría de falsa modestia y no aportaría nada más que hacer una ”pelota” que no haría justicia a nadie. El secreto de la complicidad es que todos nos hemos creído, porque es verdad, que ha trabajado dos años de su vida por hacer una croqueta y que todos nosotros podemos disfrutar y que, como se lícito, como consecuencia de todo esto podrán pagar su hipoteca.
Compañeros gracias... necesitamos muchas croquetas más.